
Uno de los principales beneficios del aislamiento térmico es su impacto directo en el consumo de energía. Al reducir las pérdidas de calor en invierno y evitar el sobrecalentamiento en verano, se disminuye la necesidad de utilizar sistemas de climatización como calefacción o aire acondicionado.
Esto no solo significa un menor gasto energético, sino también un ahorro considerable en las facturas de electricidad y gas. Un hogar bien aislado puede reducir su consumo energético hasta en un 30-50%, dependiendo de la calidad del aislamiento utilizado.