El aislamiento térmico no solo beneficia a los propietarios de las viviendas, sino también al medioambiente. Al reducir el consumo de energía, se disminuye la emisión de gases contaminantes como el dióxido de carbono (CO₂), lo que contribuye a la lucha contra el cambio climático.
Además, al optimizar el uso de la energía en los edificios, se fomenta la sostenibilidad y se reduce la huella de carbono. En la actualidad, muchas normativas de construcción exigen la incorporación de materiales aislantes para mejorar la eficiencia energética y reducir el impacto ambiental de las edificaciones.